Dios les continúe bendiciendo a todos en el nombre de Jesús.
Señor, ten misericordia
Salmo 41:4-13
Expositor : José Gomera
Para entender el devocional de hoy, veamos la siguiente ilustración. Si un soldado está en la guerra y se encuentra solo, bajo el inclemente ataque de sus enemigos, ¿por qué utiliza la radio para pedir refuerzos?
Porque se da cuenta de que su vida peligra y no puede hacer frente a su desventura. O llegan los refuerzos o tendrá que entregarse. En ese caso, su porvenir dependerá de la misericordia que de él tengan sus captores.
¿Qué es misericordia?
Pero ¿Qué es misericordia? La definición más extendida dice que la misericordia es la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. En ese sentido, podemos decir que la misericordia del hombre es, generalmente, condicionada. La de Dios es gratuita e incondicional.
Salmo 41:4-13 Señor ten misericordia
La cita bíblica de este estudio corresponde al libro de los Salmos 41:4-13. Antes de continuar con la reflexión de nuestro devocional, veamos lo que nos dicen las Escrituras en este pasaje.
4. Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
5. Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando: ¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
6. Y si vienen a verme, hablan mentira; Su corazón recoge para sí iniquidad, Y al salir fuera la divulgan.
7. Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
8. Cosa pestilencial se ha apoderado de él; Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
9. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar.
10. Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, y les daré el pago.
11. En esto conoceré que te he agradado, que mi enemigo no se huelgue de mí.
12. En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,Y me has hecho estar delante de ti para siempre.
13. Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén.
Salmo 41:4-13, una breve reflexión
En el Salmo 41:4-13 vemos cómo el autor, el rey David, pide clemencia al Creador. En un momento en el que se siente abrumado por un ataque a su persona en varios frentes, el rey de Israel acude al que siempre escucha, al que todo lo puede: Jehová de los Ejércitos Celestiales.
El modelo de oración de David para pedir misericordia
El Salmo 41 es una oración. El clamor de un hombre que toda su vida tuvo guerra. Primero contra los animales que amenazaban a sus ovejas; luego contra un gigante que azuzaba a su pueblo; y, el resto de su vida, una guerra de dos frentes, militar y personal.
En los primeros tres versículos, David comienza la oración indicando que Jehová es la esperanza del pobre. Al mencionar que Él “lo sustentará sobre el lecho del dolor…” comienza a encaminar la oración hacia su propósito personal.
Pero hay miserias humanas para las que los hombres no están capacitados para tener misericordia. Hablo de las miserias y quebrantos del alma. Nótese que, durante todo el texto, de Salmo 41:4-13, David expresa las razones de su aflicción y recurre al Padre, el único que puede tener misericordia de su sufrimiento.
Llama la atención que en el versículo cuatro, la oración da un giro hacia un pedido personal, convirtiéndose así en una conversación con su Creador. “Jehová, ten misericordia de mí; sana mi alma” para luego reconocer su pecado.
David sabía que no podía exigir nada a Jehová. De hecho, nadie puede exigir nada a Jehová. Incluso, sabía que, probablemente, Dios tendría misericordia de él, aun sin pedirselo. Pero, dada su situación, no estaba dispuesto a jugar con la probabilidad.
David era rey, pero pidió misericordia con humildad
El orgullo del ser humano a veces lo empuja a no reconocer que está pecando contra Dios. Pide misericordia, pero intentando justificar sus actos ante el Padre. Y, creanme, a Jehová no hay quien lo engañe. Cuando te sientas tentado a actuar de este modo, recuerda que Salmos 139:1-2 dice que Dios conoce tus pensamientos.
Esto es un craso error. David nos enseña que debemos ir donde el Padre con humildad. Cuando nos sentimos apesadumbrados. Como si tuviéramos un bloque de acero sobre nuestras espaldas, recurramos al Padre. Él siempre escucha. Sigamos el modelo de oración de David.
Recuerda lo que dice Efesios 6:11 “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”
Reconozcamos que Jehová tiene el poder de sanarnos y de perdonarnos; pongamos nuestros pecados delante de Él; expresemos aquello que nos preocupa, incluso expresemos nuestros miedos; y pidamos misericordia.
Señor, ten misericordia, es una expresión poderosísima. Aquí tienes un espada para los quebrantos de tu alma. No permitas que se oxide, desenvainada, recurre a tu Padre Celestial. No temas; sus misericordias son infinitas.