Muchos psicólogos en esta época no están de acuerdo con que se le pegue al niño para corregirlo. Ellos dicen que eso podría causarle más daño que bien al muchacho. Tienen una versión de disciplinar con amor muy sutil.
Esto va en contraposición con la filosofía popular aplicada antaño, la cual reza: “Dale chancleta a ese muchacho para que veas cómo aprende.” O “Mejor que llore él y no que llores tú.”
Antes que llamar la atención a lo que dicen o piensan las personas sin importar si son expertos en el tema o si son alguien común y corriente del vulgo, deseo que demos una mirada a lo que opina Dios al respecto. Después de todo, Él fue quien nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. (Salmos 100:3)
Disciplinar con amor ¿Qué dice Dios al respecto?
Echemos un vistazo a lo que dice la palabra de Dios a este respecto. Sírvase leer este versículo bíblico en el libro de Proverbios 29:15 que La Biblia de las Américas vierte así: “La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre”.
Y esta cita en el mismo libro de Proverbios 13:24 “El que escatima la vara odia a su hijo, más el que lo ama lo disciplina con diligencia”. Aquí vemos las ventajas de disciplinar con amor, más adelante veremos cómo hacerlo.
Seguramente dirían muchos que esto de “usar la vara” no debe referirse a un instrumento para golpear sino a la disciplina como tal, y que cuando dice hijo no se referirá a un niño.
Sin embargo, para entender mejor es importante saber a qué se refiere la vara a la que hace alusión La Biblia y a la que se refiere la palabra hijo. Para esto es necesario saber el contexto de la época y el significado de las palabras hijo y vara en hebreo.
En Proverbios 13:24 el término vara es “shêbet” que se refiere literalmente a una vara usada por un pastor, una vara para corregir y el término hijo es “na’ar”, el cual se refiere a un joven adolescente.
Esto nos hace pensar que no se refiere a castigar a un niño pequeño, es al muchacho. Entonces ¿qué hay de la disciplina de los pequeños?
La mejor manera de disciplinar con amor
El hecho de que La Biblia no indique que no golpeemos a un niño para disciplinarlo no significa que lo dejemos sin corrección. Es de Dios directamente que obtenemos el mejor ejemplo de cuál es la mejor manera de corregir.
Es por ello que los invito a seguir analizando la manera como Dios nos corrige, puesto que no tenemos mejor ejemplo que el Suyo.
Ciertamente que Dios es amor (Primera de Juan 4:8) y como tal Él no es un padre permisivo. Él nos corrige porque nos ama. Así lo dice el libro de Proverbios 3:12 (LBLA) “Porque el Señor a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita”.
Como Dios es amor, él nos llama a disciplinar con amor a nuestros hijos. Lo contrario sería lo que dice la nueva corriente psicológica: la indisciplina.
Para evitar una situación que puede llevar, incluso, a un rompimiento familiar, siempre es bueno implementar una disciplina positiva. En la siguiente infografía, nuestros amigos de Maternidad Continuum nos dicen de qué se trata.
Otra manera en que Dios nos corrige es a través de su ejemplo. Como padre amoroso y sabio, Él no nos obliga a hacer lo que es correcto. Más bien nos da la opción de tomar la decisión habiéndonos instruido previamente.
Instrucción relacionada en cuanto a lo que es correcto y lo que no lo es y luego de habernos dado a conocer cuáles serían las consecuencias de cualquiera que sea la decisión que tomemos.
¡Dale chancleta! Mi experiencia como madre
Permítame contarle una situación que en una ocasión viví con mis hijos, no sin antes decirle que soy una persona que se preocupa por darle una buena educación a sus hijos y como madre amorosa quiero lo mejor para ellos. Por lo tanto, procuro darles un buen ejemplo.
Pues resulta que estábamos en la parada de bus y una funcionaria acusó a uno de mis hijos de haber pasado sin pagar su tiquete. Yo estaba viendo toda la situación y sabía que eso no era cierto.
Como conclusión de la historia le diré que me sentí muy mal luego de que la discusión hubiera terminado. Hice todo lo contrario de lo que siempre les había dicho a mis hijos y ellos luego me recriminaron el hecho.
A continuación, les diré la parte de la historia por la cual cito esta anécdota. Y aquí comprenderán que debemos disciplinar con amor a nuestros hijos. Pero para lograrlo, debemos disciplinarnos a nosotros mismos.
Al llegar a casa me disculpé con mis hijos. También les pedí perdón en público puesto que fue en público que les hice pasar una vergüenza y finalmente me sentí bien después de haber corregido lo que hice mal en esa oportunidad.
Les quise enseñar que como padres también cometemos errores y que hay que aprender a ofrecer disculpas cuando sea necesario.
Disciplinar con amor: el consejo de una madre muy práctica
Cuando yo como madre quiero corregir a mis hijos, primero tengo que tener la autoridad para hacerlo. No puedo esperar que mis hijos hagan algo que yo misma no estoy dispuesta a hacer.
Después de todo, ¿cómo espero que mis hijos me respeten y obedezcan si yo no los respeto a ellos primero? Esta es la base de la disciplina con amor. Debo aplicarla a mi misma primero, entonces, y solo entonces, la aplico a mis hijos.
Recuerde que las palabras se las lleva el viento. No hay mejor disciplina que primero dar buen ejemplo, luego cuando corrijas tendrás el respaldo de eso que has venido haciendo. Recuerda corregir con amor, no con gritos ni queriendo maltratar. No resultará bien si lo haces así.
Tenga presente las palabras de la carta a los Hebreos 12:11 La disciplina no es causa de gozo pero da buen fruto. Usted quiere ser amigo de sus hijos y está bien, pero un amigo no disciplina, un padre sí.
Tener buenas relaciones con sus hijos se basa en una buena comunicación con ellos y congruencia entre lo que dice y lo que hace, no en complacerlos en todo. Discipline con amor, no con maltrato y sea consecuente. ¿Está usted dispuesto a disciplinar con amor, sin la chancleta? Haz la prueba.